Cornejo y sus días en el barro

Alfredo Cornejo cumplió la primera etapa de su gobierno en la situación en la que se imaginó estar. Sí: conflicto con los estatales, peleas con la Suprema Corte, ajuste fuerte puertas adentro del Estado y una búsqueda de “volver a empezar” en la gestión para diferenciarse de su antecesor Francisco Pérez.









Cornejo se imaginaba este pasar duro no por masoquista, sino por dos causas. Una, la más tangible, por la situación crítica de la provincia; y dos, la más política, por la búsqueda de marcar una nueva relación de poder entre el Gobierno y los actores sociales, tomando como centro la figura del Gobernador. Cornejo repite que quiere recuperar la "autoridad" del gobernador.


La intención de los primeros meses fue y es aprovechar el momento de “mayor poder” no como luna de miel, sino para hacer el “trabajo sucio”.


Por eso Cornejo eligió transitar sus primeros días en el barro; un terreno político que no le disgusta. No despierta pasiones, pero mantiene fidelidad política para gobernar a fuerza de acuerdos más que de amores. El bloque de aliados del Gobernador se completa con las cámaras empresarias más poderosas y el Gobierno nacional, aunque con reparos: la "ayuda" a Mendoza hasta ahora ha llegado por la misma vía que en la era K, no hubo anuncios de obras importantes y Mauricio Macri dejó plantado a Cornejo en la Vendimia.


El primer semestre de gestión lo terminarán de consumir los conflictos con los estatales y el “reordenamiento” del Estado. Con los estatales el Gobierno apunta al desgaste. Para terminar de ordenar las cuentas, apuestan todo a conseguir financiamiento internacional que les sirva para ordenar pagos y “comenzar la gestión” propiamente dicha.


Pero los días que vienen n o serán sencillos. La tensión fue uno de los métodos elegidos por el Gobernador para gestionar políticamente y ese camino comenzará a tener su parte más áspera. Cornejo deberá tener en su horizonte que la paz social también es parte de su responsabilidad política.