HIGHFOOD – La cocina que eligen los mendocinos

Mendoza es sin lugar a dudas, la provincia argentina más glamorosa en materia de gastronomía y vinos, pero lamentablemente esta buena imagen que tiene el resto del país de nuestra tierra no siempre incluye a los mendocinos que nos preguntamos si realmente estamos preparados para la cocina de alta gama que se busca imponer en la provincia.





A veces este tema invita a pensar que está primero...si el huevo o la gallina. Lo cierto es que se escucha a muchos chefs locales afirmar que los mendocinos no consume nrestaurantes de con menú de pasos, con cartas muy sofisticadas o propuestas de tipo gourmet que yacen en las bodegas. Esto podría tener varios factores, pero lo cierto es que la gastronomía mendocina evolucionó demasiado rápido y en el camino tanto los dueños de los “nuevos restós” como los chefs con galardones se olvidaron para quien querían cocinar. Porque en un comienzo, nadie apuntaba a los mendocinos, sino al turista que era capaz de pagar cien dólares por una cena en un restó vip o en medio de las viñas. 

Costó que se entendiera, pero claramente con eso no alcanza (porque financieramente quizás funciona pero si no es tomado como propio en la misma comunidad es difícil que se naturalice) y el interés ahora se expandió a los habitantes de la provincia que no participaron de la evolución de la gastronomía, porque en su momento se los dejó afuera y aún no se les consulta que espera de la cocina mendocina sino que los referentes imponen propuestas que podrían ser fabulosas pero no es lo que los mendocinos quieren.  


La provincia invierte en rutas gastronómicas, sin estudiar donde se sientan los mendocinos a comer, los chefs hacen suntuosas cartas y los sitios que realmente eligen los mendocinos no evolucionan a pesar de los años. A veces deberíamos cambiar el foco y animarnos a verlo con otros ojos para no conformar una cocina local con lo que se aspira y no, con lo que realmente tenemos para construir un desarrollo gastronómico en función de la realidad de nuestra gente. 


Deberíamos invertir más en educar el paladar mendocino, en incentivar la inquietud de los sentidos y alentar a que todos los mendocinos seamos promotores de nuestros productos. 

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