La reivindicación del asado

Indiscutiblemente Argentina es la reina del asado. Si bien, la carne nos ha identificado siempre como principal producto desde tiempos remotos, la modalidad de su cocción responde a cuestiones culturales heredadas del campo.

El asado del domingo en familia o una reunión de amigos que concluye con una tira de costillas a la parrilla es parte de nuestra cotidianeidad que se convierte en cultura gastronómica. Esta se manifiesta en casa, en un camping, al costado de la ruta o en un elegantísimo restaurante pero siempre  conservando el ritual del fuego, las brasas, la parrilla, la carne, las ensaladas, la espera, el vino, y porque no, algunos amenities como la picada o las empanadas. De hecho, la mayoría de los hogares argentinos cuentan con churrasqueras que para muchos extranjeros se convierten en exóticas piezas y para nosotros son parte del patio o el jardín.
El asado es una comida popular argentina que comenzó a transitar el mundo y casi sin saberlo conquistó los más exclusivos restaurantes cambiando el concepto de asado a grill (término inglés para una modalidad similiar) lo que le dió un perfil más refinado y se metió en las cocinas gourmet. En esta misma línea, algunos chefs reconocido como Francis Mallmann potenciaron el concepto de los fuegos dándole una vuelta de turca al asado criollo pero manteniendo ceremonias tradicionales. De esta manera, las carnes asadas al fuego en el mundo responden al grill argentino, que no es lo mismo que el grill conocido en el mundo ya que su cocción es de hierros calientes cocida por encima de la carne, mientras que el asado es con brasas por debajo.
Por lo tanto, el asado no se quedó fuera de la alta gastronomía, sino todo lo contrario, supo reivindicarse y moldarse para formar parte de los menús más exquisitos sobrepasando en muchos casos a elaborados platos gourmet.

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