Lagarde es la bodega más antigua de América en ser Empresa B

Bodega Lagarde, fundada en 1897, recibió la certificación de Sistema B como empresa de triple impacto de B Corporation, una organización global que agrupa a más de 2.500 compañías en 50 países y 130 sectores con un único fin: que todas las compañías compitan por ser las mejores para el mundo. De esta manera, Lagarde […]


Bodega Lagarde, fundada en 1897, recibió la certificación de Sistema B como empresa de triple impacto de B Corporation, una organización global que agrupa a más de 2.500 compañías en 50 países y 130 sectores con un único fin: que todas las compañías compitan por ser las mejores para el mundo. De esta manera, Lagarde se convirtió en la bodega más antigua de América y la más grande de Latinoamérica en sumarse a la comunidad mundial de Empresas B.


Desde sus inicios, Lagarde acompañó la producción de sus vinos con un criterio de sustentabilidad a través de un modelo de gestión que promueve el respeto por las personas, la comunidad y el medio ambiente. En cada botella, honramos lo que la naturaleza nos ofrece a través de la tierra, el clima y la viña.


Ser Empresa B implica medir el impacto social y ambiental, y comprometerse de forma personal, profesional, institucional y legal a tomar decisiones considerando las consecuencias a largo plazo de cada acción en la comunidad y el medio ambiente.


“Descubrí Sistema B gracias a varios empresarios amigos, que ya lo estaban implementando, y que me repetían que era algo que teníamos que estudiar para Lagarde. En general, se trata de personas que admiro y que considero que tienen una mirada que va más allá de lo económico, porque ven a sus empresas como fuentes de desarrollo para sus empleados al tiempo que buscan generar un impacto positivo, inspirando a quienes están a su alrededor a mejorar y estar a la altura. Eso mismo es lo que buscamos en Lagarde. No queremos ser solamente una empresa, sino que también queremos impactar positivamente en nuestros empleados, en nuestra comunidad y en la naturaleza que nos rodea”, explicó Sofía Pescarmona, CEO y co-owner de Bodega Lagarde.


El Movimiento B no es guiado por ninguna ideología o persona en particular, sino por miles de personas que quieren trabajar por un mundo mejor. El eje fundamental se basa en la creencia de que las empresas pueden ser agentes de cambio y contribuir a la solución de las grandes problemáticas sociales y ambientales. En pocas palabras, se trabaja por una economía donde el éxito se mida por el bienestar de las personas, de las sociedades y la naturaleza.


De esta manera, Lagarde se suma a un movimiento global de empresas que quieren generar un cambio, utilizando la fuerza del mercado para dar soluciones. Justamente, pensando en un mejor cuidado del medio ambiente es que en 2018, la bodega lanzó su primera línea de vinos orgánicos, certificados por la OIA, y que en febrero de 2019 sumará un Malbec Orgánico.


Asimismo, la empresa colabora con diferentes asociaciones civiles, como Aves Argentinas, y desde hace años, implementa programas de reciclaje así como de tratamiento de residuos. En el último tiempo, además, viene capacitando al personal en materia de gestión de residuos.


“Con un alto compromiso, hemos asumido este desafío de ser Empresa B y ser parte del movimiento global que quiere generar un cambio para dar soluciones a problemas sociales y ambientales. Justamente, hemos medido este impacto considerando que nuestras acciones pueden tener consecuencias favorables. Creemos en una mejor manera de hacer vinos”, agregó Sebastián Barboza, gerente general de la bodega.


Por su parte, la responsable del área de calidad de Lagarde, Florencia Castellani, indicó: “Certificar Sistema B fue un verdadero desafío. Tuvimos que implementar nuevas acciones a nivel interno que implicaron trabajo interdisciplinario y en equipo. Es muy satisfactorio pertenecer a este movimiento global, ya que implica una mejora continua y constante, en la que sin dudas trabajaremos con gran entusiasmo”.


Acerca de Bodega Lagarde


Con 122 años de vida, Lagarde es una de las primeras bodegas fundadas en Mendoza por aquellos visionarios que llevaron la vitivinicultura a la región de Cuyo. Empujada por la visión de la tercera generación, Sofía y Lucila Pescarmona, la bodega ha recorrido un incesante camino posicionándose como un referente en bodega familiar de vinos frescos, femeninos y con carácter, ideados para ser maridados con gastronomía.