Recomendado del mes: Séptima estrena nuevo chef.

UNA VISTA PRIVILEGIADA ACOMPAÑA LAS EXQUISITECES DE ESTE RESTAURANTE.

Sobre la Ruta 7 se encuentra una de la bodegas más codiciadas de la provincia. Npos referimos a Séptima, del Grupo español Codorniú, que como su nombre lo indica instaló la cava número siete en suelo mendocino.
María es el nombre de su restaurante el cual hace referencia a su emblemático espumante. Varios ilustrados chefs de la provincia tomaron las riendas de su cocina entre ellos: Matías Podestá y Graciela Hisa. Cada uno le puso su impronta y ahora es el turno Marcos Zabaleta, quien fuera por once años el chef de Bodega Chandon, lo que lo convirtió en especialista de la cocina con espumantes en Argentina. “Creo que lo más importante es mantener el valor del vino en la gastronomía. Yo cocino para el vino, porque dentro de la bodega es la vedette. Eso es lo que haremos en María, buena gastronomía para lucir los excelente vinos de esta cava” dijo Marcos Zabaleta.
La estética del lugar ha mantenido su sobriedad. Un amplio salón vidriado se encuentra rápidamente con la terraza, uno de los grandes atractivos de la cava, mientras que en el interior los muebles de líneas minimalistas y clásicas continúan el concepto original del restó.  El servicio en varios idiomas llega a la mesa impecable y brinda el asesoramiento correcto para las necesidades del comensal. La bienvenida llega con una canasta de panificados entre los que se destaca la focaccia con tomates secos y especies.
El menú tiene cuatro pasos y cuatro vinos, sin carta abierta. Dos entradas un principal y un postre a $550 por persona. Langostino, pan de pistacho, mejillones con crema cítrica y sopa de zanahoria y mandarina conforman el primer paso acompañado de Maria Rosat. El segundo se luce con una pieza de salmón de 140 gramos sobre brotes con un mil hojas de tubérculos y vinagreta remolacha, con el Chardonnay. Séptima Obra Malbec acompaña el tercer paso que consiste en un lomo veteado de 280 g ramos, emulsión de choclo con ensalada tibia de coles,  colilor,  brócoli y kale con un dip de papines a la crema de azafrán.  
Para concluir el postre e resulta un juego de texturas que se degusta con el María Dulce. Un húmedo de chocolate semiamargo sobre una reducción de cítricos crocante de almendra y un divertido helado de remocha y jenjibre con un shot tipo mousse de chocolate. Para esperar el café aparecen los petite four, una suerte de bocados placenteros para dejar el restó con el paladar encantado.
El menú cambia cada dos meses y se ofrece además una opción de menú reducido que incluye un principal y un postre por $300. Las terrazas también son otra opción que continúa vigente todos los jueves con una propuesta especial, aunque en invierno por las condiciones climáticas cesa el servicio.

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